Mamás millenials: cómo deshacernos de la culpa y la presión

Las mamás millenials estamos sometidas a muchas exigencias, pero debemos aprender a equilibrar nuestras prioridades

De las mamás millenials se espera mucho. Que cuidemos a nuestros hijos con excelencia porque tenemos a la mano mucha información sobre la crianza, que también trabajemos porque se espera que seamos independientes y exitosas no solo por nosotras mismas, sino para dar un ejemplo a nuestros pequeños; que tengamos una casa recogida, digna de Pinterest, que demostremos paciencia, resiliencia. La lista sigue.

El panorama no es fácil para ninguna de nosotras. Los permisos de maternidad son cortos, la confianza en las madres de parte de muchos empleadores sigue siendo baja. Al mismo tiempo, las redes sociales están inundadas de métodos de crianza, influencers con una vida perfecta, consejos sobre lo que deberías estar haciendo para que tus hijos se desarrollen correctamente. Sentirte presionada ante este bombardeo es muy normal.

En lugar de disfrutar la maternidad y disfrutar del presente, las mamás millenials a menudo nos vemos envuelta en una red de culpas por distintas razones: por darnos un tiempo a nosotras mismas aunque sepamos que cuidarnos es igual de importante que cuidar a nuestros hijos, por dejarlos con la tablet más de quince minutos, por no haber lavado hasta el último vaso, o por cualquier otra cosa que nos haga sentir que no hacemos suficiente.

Es duro, pero en realidad estamos haciendo lo mejor que podemos y nuestra frustración viene de altas expectativas irrealizables que nos impusimos por presiones externas. Esas presiones nos impiden disfrutar el presente y ser felices en nuestros procesos.

¿Qué hacer para eliminar la culpa?

Primero que nada, debes darte un tiempo para la autoreflexión: si solo quieres criar a tus hijos, está bien. Si quieres criarlos y trabajar al mismo tiempo, también está bien. Es importante que no te sientas culpable por no elegir una cosa u otra, porque cada vida es distinta y todos tenemos nuestras propias metas. 

Ya que la culpa también viene de nuestra ansiedad y de nuestras inseguridades, siempre es bueno contar con ayuda externa. Ir a algún tipo de terapia puede ayudarte mucho a liberar estrés y encontrarte contigo misma. Como mamá millenial podría hacerte mucho bien. Si te es imposible tener una terapia, encuentra un espacio para hacer ejercicio en casa, meditar o escribir un diario. Eso te permitirá empezar a identificar las cosas que sí están en tu control y las que no.

Al identificar cuáles son las cosas que te hacen sentir más culpable, podrás empezar a ponerles remedio. Por ejemplo:

Si identificas que te sientes culpable porque tus hijos ven demasiada televisión en el día, entonces reduce el tiempo de las pantallas y en su lugar dales tiempo para el juego independiente con juguetes de madera que estimulen su imaginación. Este tipo de culpas son manejables, válidas y modificables.

Si identificas que te sientes culpable porque le diste fórmula a tu bebé y una amiga cercana acaba de subir algo a sus redes hablando sobre las maravillas de su experiencia con la lactancia, entonces es una culpa originada de la presión y debes trabajar en ella. Lo que otros posteen o digan que hacen con sus hijos no tiene que ver contigo ni es parte de una lista de cosas que te hacen ser mejor o peor mamá.

Medirnos en relación a lo que hacen otras mamás nos llena de culpa porque creemos que ellas lo hacen mejor que nosotros, pero cada una de nosotras vivimos un contexto diferente, tenemos necesidades distintas, ritmos y modos de vida que obedecen a situaciones muy particulares. Si tu culpa es por compararte con otras mamás millenials, entonces es momento de replantearte tu trabajo como mamá y darte cuenta de que lo importante es que tus hijos sean felices. Si lo son, entonces estás haciendo un espléndido trabajo.

Tus hijos serán tu mejor guía para reducir la culpa. Ellos son la mejor fuente de información para nosotras. Si duermen bien, están sanos, ríen y juegan, entonces vamos por el camino correcto.

Recuerda también que tus sentimientos son válidos: es normal sentirse agotada, querer un día para ti, estar enojada, frustrada. No reprimas esos sentimientos solo porque crees que no corresponden a lo que una mamá debería sentir. Trabaja en ellos mientras trabajas en tu confianza.

Libérate de las expectativas externas. La relación más sana que tendrás como mamá será siempre con tus hijos, deja que ellos te hagan saber que estás haciendo un buen trabajo.

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